México tiene un consumo per cápita de 110 litros al año, incluyendo derivados lácteos, por debajo de los 150 litros recomendados por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).Conforme crecen la producción y el consumo, también aumentan las importaciones de este nutriente y sus productos derivados. Durante 2015, México importó 2,970 millones de litros, 22 por ciento más que en 2014.
En cuanto a productos derivados, México tiene un consumo inferior respecto al resto del mundo. En 2015, se consumieron 373,000 toneladas de queso en el país, mientras que en Brasil y Argentina se consumieron 770,000 y 511,000 toneladas, respectivamente. Los consumidores más grandes del mundo son la Unión Europea, con 8.9 millones de toneladas, y Estados Unidos, con 4.9 millones.
En leche en polvo, México consumió 265,000 toneladas, mucho más que Canadá, Brasil y Argentina. Estados Unidos es el mayor consumidor de leche en polvo, con 496,000 toneladas en 2015.
Si se considera el consumo per cápita a nivel global, México se encuentra en la mitad de la tabla, con una ingesta promedio de 94.4 litros de leche líquida y en polvo por persona al año.
El consumo de leche en el país ha variado con el tiempo. Por ejemplo, en el año de 1980 el consumo por persona rondaba los 100 litros anuales. Diez años después, en 1990, el consumo cayó hasta 72 litros por persona, para posteriormente, recuperarse en el año 2000, llegando a 92 litros por persona.
Al final de los años ochenta, la industria lechera mexicana enfrentó algunos problemas que cambiaron su rumbo. En el año de 1989 hubo una producción mínima de leche en México. Esto se debió a que el país aumentó significativamente sus importaciones entre el año 1988 y 1993. Detrás del aumento en las importaciones hubo recortes de la oferta por parte de la industria nacional debido a una descomposición del hato ganadero que repercutió en bajos niveles de productividad.Durante ese periodo, la producción de leche elaborada con métodos tecnificados contaba apenas con el 12% del hato ganadero del país, por lo que la mayoría de las vacas lecheras producían relativamente menos y en condiciones primarias.
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) fue un evento disruptivo para la industria lechera nacional. Diversas fuentes sostienen que, en general, el tratado comercial impactó negativamente a la industria. Debido a los subsidios de los productos provenientes de Estados Unidos, México se volvió dependiente de las importaciones a expensas de un debilitamiento de la industria nacional, Sin embargo, también en los años noventa, varios factores ayudaron a la recuperación de la industria del país. Entre los más importantes se encuentran, la repoblación del hato ganadero, aumentos de la productividad, algunos subsidios y apoyos agrícolas, y la concertación de los precios de la leche con la ayuda de las autoridades. Es precisamente, en este lapso donde comienza a sentirse una mayor intervención por parte del gobierno en la actividad lechera nacional.
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