Enfermedades transimitidas por el consumo de leche: Brucelosis


La brucelosis es una enfermedad que se da en todo el mundo y está sujeta a notificación en la mayoría de los países. Afecta a personas de todas las edades y de ambos sexos. En la población general, la mayoría de los casos son causados por el consumo de leche cruda o de sus derivados como el queso fresco. La mayoría de estos casos son debidos a productos de origen ovino y caprino.

La enfermedad también se considera un peligro ocupacional para las personas que trabajan en el sector ganadero. Las personas que trabajan con animales y están en contacto con sangre, placenta, fetos y secreciones uterinas tienen un mayor riesgo de contraer la enfermedad. Este método de transmisión afecta principalmente a los granjeros, carniceros, cazadores, veterinarios y personal de laboratorio.

En todo el mundo, Brucella melitensis es la especie que más prevalece como causa de la brucelosis humana, debido en parte a las dificultades para inmunizar a las cabras y ovejas criadas en libertad.

La transmisión de persona a persona es muy poco frecuente.

Lo más frecuente es la aparición de síntomas generales, entre los que predomina la fiebre.

Alrededor del 30% de los pacientes presentan síntomas respiratorios dominados por la tos y hasta un 20% tienen síntomas digestivos.

A la exploración física, más de la mitad de los pacientes presentan un aumento del tamaño del hígado (hepatomegalia), muchas veces acompañado de un aumento del bazo (esplenomegalia) y hasta una cuarta parte de los pacientes presentan adenopatías palpables. Las lesiones cutáneas son raras.

Las manifestaciones localizadas aparecen por afectación específica de un determinado órgano o tejido. La localización osteoarticular es la más frecuente. Aparece en aproximadamente un tercio de los pacientes y se manifiesta principalmente con sacroiletis y/o espondilitis de predominio lumbar.

La localización neurológica (principalmente meningitis con mayor o menor grado de encefalitis), cardiovascular (endocarditis y pericarditis) representan las formas más graves de la enfermedad.

Diagnóstico:

El diagnóstico de la brucelosis se lleva a cabo mediante técnicas de aislamiento del microorganismo o por métodos indirectos de carácter inmunológico.

El aislamiento de la brucella, principalmente en sangre, establece el diagnóstico definitivo. El crecimiento es lento y, aunque ya puede detectarse entre la segunda y la tercera semanas, la incubación debe de mantenerse hasta 45 días.

Los estudios serológicos, entre los que destacan el rosa de Bengala y el test de Coombs, tienen gran especificidad para demostrar que ha existido contacto con el microorganismo (presencia de anticuerpos) pero no para determinar cuando se ha producido el mismo (si es actual o no).

Sin embargo, la negatividad de ambos test permite prácticamente descartar la enfermedad.


Tratamiento:

El tratamiento debe ser combinado, ya que ningún antibiótico por si solo consigue la erradicación bacteriana, y debe, asimismo, prolongarse en el tiempo para disminuir el riesgo de cronicidad y de recidivas, que es máximo en la B. Mellitensis 

Las tetraciclinas (principalmente la doxiciclina) constituyen la base antimicrobiana para cualquier combinación con rifampicina o estreptomicina.



Ruben B, Band JD, Wong P, Colville J. Person-to-person transmission of Brucella melitensis. Lancet. 1991;337(8732):14-5.





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